Los seres humanos han encontrado en una lejana luna llamada Pandora, un yacimiento de un recurso altamente valioso. Para obtenerlo deberán hacer frente a los Na´vi, los habitantes del lugar; esto a través de Avatares, bio-organismos para intereactuar con los alienígenas quienes le demostrarán a uno de los soldados humanos, que la vida tiene un balance más allá de las ambiciones comunes.
He de confesar que antes de entrar a ver Avatar tenía ciertas dudas; después de todo, Titanic, del mismo director, a pesar de haber ganado tantos Oscar, para muchos (me incluyo) es un filme de impecable manufactura pero que resbala hasta límites melodramáticos insostenibles.
No obstante lo anterior, James Cameron demuestra que sabe cómo utilizar cientos de millones de dólares de presupuesto y en esta última cinta los hace lucir espectacularmente. De hecho les digo sin rango de error: nunca han visto nada como Avatar. La experiencia 3D en esta cinta no tiene precedente; técnicamente, es sobresaliente y eso tendrá sus dividendos obvios en la próxima entrega de la Academia.
Ahora, en cuanto al argumento, no, no es innovador pese a lo que el mismo Cameron pueda decir. (De hecho hay que señalar que la cinta ya tiene pendientes dos demandas por plagio). Se trata una vez más de la historia del guerrero que, por circunstancias ajenas a su destino, se enrola en las filas enemigas, sólo para comprender que ha estado luchando del lado equivocado; mucha literatura y realizaciones cinematográficas ya han explorado esta línea; de las más famosas, El Último Samurai y Danza con Lobos. No obstante que ya es una idea explorada, el guión cumple y va más allá de entretener, manteniendo al espectador hipnotizado durante más de dos horas y media.
En Avatar, ubicada en el año 2154, los Estados Unidos han descubierto una luna llamada Pandora, rica en un recurso que los hombres consideran extremadamente valioso, lo que es excusa suficiente para literalmente invadirlo y tomarlo con poco o ningún respeto por lo que allí habita. Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia.
La luna está habitada, además de una flora y fauna exuberantes en formas y colores, por tribus Na’vi, una raza humanoide muy alta y de piel azul. Para obtener información sobre ellos, los científicos desarrollan con ADN alienígena y humano, avatares, seres con aspecto de Na´vi pero que son controlados vía remota por humanos altamente entrenados para ello. (La misma idea usada en Surrogates.)
Jake Sully, un ex marine parapléjico es uno de los controladores de estos Avatares y tiene la misión de involucrarse con la tribu que habita el más grande yacimiento del recurso que tan desesperadamente quieren los humanos. Jake comienza su misión, sin embargo, el contacto con esta forma de vida, con su filosofía y naturaleza, le hacen comprender el lado más bestial del ser humano y que la causa que él defiende no es la correcta. El desenlace es obvio, una batalla se avecina y muy probablemente, Jake deba pagar la traición a su raza.
Los roles principales, a cargo de Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver, Stephen Lang y Michelle Rodriguez, están todos en un buen nivel, sin aspectos sobresalientes a mencionar. Por otro lado, técnicamente, la cinta de 163 minutos, es soberbia visualmente, realizada de forma convincente con una nueva generación de efectos especiales, toneladas de CGI´s y mucho motion capture. De hecho y voy a decirlo sin ambages, es la primer película en 3D que siento que debe verse en 3D y que por primera vez me hace pensar si éste es el futuro del cine. Ése es el nivel técnico de lo que ha logrado James Cameron, megalómano acostumbrado a innovar estos renglones como lo vimos hacerlo en Terminator 2 y Titanic.
No tengo la menor duda de la buena cosecha de premios que la cinta obtendrá, y por semejante experiencia visual y auditiva (la música de James Horner es también magistral), merece hacerlo. Quizás mi única objeción y que siempre la he considerado así, es que el buen James es medio blando para los desenlaces, cuando la vida real, casi siempre, es mucho más dura. Tal vez sea éste el único “defecto” hollywoodense del que este talentoso director no se ha podido librar; por lo demás, esta cinta, he de decirlo, es una enorme fantasia que no se puede dejar de ver.